martes, 23 de agosto de 2011

Cecilia Romana: Cada cual a su modo cumple una parte






Tu pierna derecha

Le puse un nombre a tu pierna derecha.
Cada vez que nos acostábamos, te acariciaba
debajo del acolchado y repetía: Chinito, Chinito,
Chinito. Cuántas veces no te diste cuenta
de que estábamos ahí. La televisión seguía encendida.
Mirarla al borde del sueño era lo único
que te despegaba de las responsabilidades diarias.
Chinito, Chinito. Esperaba a que tu respiración
se convirtiera en el sonido de un escape preparado.
Después me iba al baño. Bajaba la tapa.
Trataba de buscar algo que me recordara
cuál era mi nombre antes de conocerte.


Partes

Nos devolvemos favores. Cada cual a su modo,
con las máquinas repletas de archivos viejos.
Te vas tan temprano que casi no tengo oportunidad
de verte. Oigo el chirrido de la canilla, el plaf de la tapa
del inodoro que se resbala de tus dedos. Con eso
me quedo conforme. Algo me dice que el sacrificio de
ambos va a parar a la misma bolsa. Irte a las siete; atender
a esos pedigüeños que reclaman viáticos o lo que
sea; quedarte callado cuando llegás a casa y no preparé
el almuerzo porque me distraje con un libro. Por mi parte,
sé cuánto conviene el silencio en ciertas situaciones;
perfeccioné el arte del planchado; hago un ovillo con
los pelos que quedan en el lavatorio para que no los veas.
Cada cual a su modo cumple una parte. Somos
agradecidos. Hace cuatro meses no te hubiera preocupado
la titularidad de una escritura, ni a mí que los puños
de tu camisa estén tan lisos como el resto de la manga. 



Almuerzo

Que cada uno vuelva a su silla. Lo hecho, hecho
está ¿De qué sirve un:
no tenía idea de cuánto daño podía hacerte?

Peor sería que al plato de la sopa se le formara
una película grasa en la superficie.


La cuenta

Me escuchabas y yo hablaba. A veces me parecía
que tu oído era excluyente.

Cuando nos mudamos, pasé de hablar a la escritura.
Pero no podía ser igual. De alguna forma
me lo habías adelantado.

Estás en la cama. Se oye la voz del panelista
de un programa cómico.

La cuenta del teléfono subió notoriamente.


Cecilia Romana (Buenos Aires, 1975)
De El libro de los celos