domingo, 21 de agosto de 2011

Joaquín Oreña: los pulpos no pueden tener amigos




mickey rourke


me llevó largo tiempo                                                                           
entender
el lugar que ocupa la pérdida
en la vida de los hombres

porque ese horizonte blanco
que algunas personas persiguen con frenesí
en realidad no existe

cuando era niño
al pensar aturdido
sobre otra infancia posible
no tenía ninguna precisión:

por qué no puedo vivir
en la casa de al lado
por qué
estoy atrapado en este purgatorio

ahora comprendo
las razones de como la ira
nace y viene
de vergüenzas e inseguridades personales

ya más grande
comencé a sentir como un viento
cálido y peligroso
me empujaba hacia el futuro
tomando tranquilizantes con alcohol
esperando ansioso
a que las cortinas de la farmacia por fin subiesen
peleando por pura diversión
llegué junto a mis amigos
hasta un gimnasio
para practicar boxeo

nada como un buen golpe en la boca del estómago
para hacerte dudar
sobre tu propia continuidad
era esa palabra
rara oxigeno ausente
de las clases de biología
y tan difícil de pronunciar

entonces conocí a una chica

pero los dos estábamos rotos
y a veces las piezas
simplemente
no pueden volverse a reconstruir

ella era una princesa azul y triste
capaz de romperte el corazón con solo una mirada

ambos estábamos allí
no teníamos que decirnos ni hola ni adiós
¿qué importaba eso
para nosotros?

entonces el amor
como un pérfido oráculo de timidez
esperando el momento exacto para atacar
iluminaba la noche

entre humo y voces
vivíamos su clarividencia misteriosa
la fantasía
de una nube en el cielo
evaporándose

pero no quiero
volver a conocer  alguien especial

si no puedo tener esa tormenta
entonces
ya no quiero nada

las veces que pensé en el suicidio
mis perros me salvaron

una extraña forma de disuasión
venia de los ojos de esos animales
que parecían preguntarme
cómo se las iban a arreglar ellos 
si yo desaparecía

es que esta semilla
esta granada interior a punto de explotar
no se aleja tan fácilmente

pero un barco avistado a la distancia
siempre es la posibilidad de otra cosa

un naufragio

un atolón

a solas con la temblorosa hija
de un pasajero ahogado


los pulpos

no pueden tener amigos                                        

su vida solitaria
transcurre siempre en el fondo del mar

si la electricidad los ilumina
entonces
intentan aparearse

son una especie inteligente

la evolución
tal vez los haya hecho
un poco malvados

cuando los persigue algún depredador
el peligro es que de pronto
otro animal se los devore

pero en un acto reflejo
ellos segregan cierto líquido negro
que se expande rápido sobre el agua

plástico y acuoso
ese es su velo amargo que paraliza
respirando allí debajo las burbujas explotan
la temperatura es helada
los rayos de luz
penetrando desde la superficie
van perdiendo energía poco a poco

alguna forma de belleza
seguro debe tener
el miedo único que sienten los buzos
cuando equipados con un traje
se mezclan con la vida submarina

ella funciona como un ecosistema perfecto
es
una evidencia muy anterior a nosotros

porque el futuro y el alimento
se encuentran disponibles
ahí
flotando

bajo el mar

no existe la capacidad del habla

y eso lo aceptamos naturalmente


Joaquín Oreña (Santiago del Estero)
De Quiero que me dejes en el fondo del mar (Editorial Huesos de Jibia)