lunes, 3 de octubre de 2011

Andi Nachón: No existen guerras fraternas


La III Guerra Mundial

 

“Pues Ender la amaba, como sólo se puede amar a alguien que
es un eco de uno mismo, en el momento de la pena más profunda.”

La voz de los muertos
Orson Scott Card.




Mapas, rutas, accesos cortados: crecemos navegando así
nuestra fe en la catástrofe. Cada vacación
un simulacro: Caracoles, Los Toldos
Camarones. Esta cartografía final
desplegada a la mesa familiar donde hombro

contra hombro rastreamos huidas posibles cuando duran
las siestas el tiempo sin fin que lleva a la tierra
alcanzar un final. “Súbitamente

todo explotará” –así predica él y afuera

la explosión es otra historia
sin hito
en la apertura de los mapas. Para nosotros

el sur la travesía, una búsqueda de otra vida
después de estos días. Hombro contra hombro, para vos

la tercera guerra se traslada por esa
fuga ralentada entre un pueblo sin nombre y otro
donde él y vos
hallarán cobijo.



Un francotirador habla el ejercicio
diario para la templanza: gatillo
aliento
el blanco. Será un segundo apenas y todo
entrará allí en juego: no existen
guerras fraternas. Kilómetros
avanzados acontecen y caen, líneas azules rojas

del mapa extendido igual a tu mano
abierta ante sus ojos. Nada dice del cielo, su miedo
nada de las horas gastadas en la trama
para un posible final. Del sur queda el deseo

su blanco: un espacio inmenso

paralelo a los días mismos
después de la vida. Así crecés navegando mapas
a tu manera extraña de copiloto enana. Mira

inhalación y el objetivo

instalado sobre la espera misma, esta zona de nadie
donde aquello que está no habla
el dolor que vendrá. Cielos enormes sin más fin
que sus mismas tardes, carreteras

recorridas sobre el vértigo
como rastreo
sin sitio a alcanzar. De la perdición
tu hermano mayor anhela su orden: blanco

mira

exhalación. La zona de nadie donde toda
guerra instala
una guerra entre hermanos.



Promedian los setenta y se retrasa
un año tu entrada a la primaria. Muchos esperan
el mundial mientras algunos
en urgencia alistan estrategias

encubrimientos, huidas. Como todo
horror cuando se instala parece
jamás comenzó y nunca
podrá terminar. Se retrasa

nuestra vuelta a la vida como quien pospone
cierta operación o el festejo
de un cumpleaños más: nada

dice peligro y el peligro
está. Alucinada

la familia se entrega toda
en velocidad al viaje, cuerpo
hermanado a este desierto y capaz

de esfumarse hecho polvo aunque perdure
mineral e indestructible su estructura. En retraso

mucho después buscarás rastros, a tu forma una memoria

su posible redención. Hubo horizontes
abiertos en herida al vértigo, incontables

las estrellas signaron este viaje, su imperio
para tu familia incapaz
de arribar a un final.


Andi Nachón (Buenos Aires, 1970)
De La III Guerra Mundial