martes, 3 de enero de 2012

Carlos Battilana: El orden nos ha herido hasta petrificarnos



 1

El frío
no llega. Es mayo.
Hace muchos
mayos
que el frío no llega.
Nos ha ganado
por efecto
de los cambios
el clima
subtropical. Ya no
será
posible
recordar a Arlt,
el frío de la
noche,
la garúa que
lastima la cara
de sus personajes,
una ola
de hielo
congelando
la ciudad.

Luego de las
épocas cruciales
-los 70, los 90-
atrapados en el dosmil
comprendo
el movimiento del aire
las hojas dispersas
y el cambio climático
que ha afectado,
progresivamente,
la base
de nuestra
naturaleza.


2

He removido la tierra
hace unos días
y sin técnica
he esparcido
las semillas
del pasto. “Césped”
decía la bolsa
de plástico. He juntado
un puñado de granos
finísimos.
Con paciencia
ciega
he regado
sostenidamente
tres, cuatro días.
Pronto
surgieron
los primeros
pastos
y el espacio
de tierra
se ha convertido
al cabo
de dos semanas
en un oasis verde.

Pienso
-sin técnica,
lo sé-
si fue la naturaleza
o la cultura
las que
permitieron
el crecimiento
de esas semillas
cuyo contenido
se designa
con el nombre
de
césped.


3

El orden
nos ha herido
hasta
petrificarnos

pregunto
entonces
por la fuerza
que el cuerpo
puede
dar; si tomo un manojo
de pasto
¿las cosas
cambiarán?

Aislado
del cielo
espero de él
muchas más cosas
de las que di. ¿Será
eso posible
entre
tanta petrificación?

Reduzco
el movimiento
del cuerpo
a velocidad
crucero
encierro
mis deseos
en una habitación
y descubro
al cabo de los años
que no pude
comunicar
una especie de daño
biológico
que el tiempo
alojó
en la memoria

el daño
acaso
lo que no pude
de ningún modo
fue escribir
con distinción
el efecto espeso
de los otros
el movimiento de amor.


4

El jardín
inundado
hace ya tiempo
no puede librarse
del barro
que ha taponado
las napas. Rodeado
por el miedo
a no alcanzar
eso
que ahí sucede
tocamos
con los dedos
este papel
y recordamos
a nuestros muertos
ya muy viejos
cuando ellos
también
paseaban por este jardín
y se creían
con derecho
a las plantas
a los árboles
y al aire

Hoy
veo tras la ventana
el pasto largo
las malezas
el cantero
perjudicado por la escarcha
y comprendo
-aun
respirando-
que nuestro derecho
o nuestra habilidad
consiste
en no elevarnos
siquiera
2 centímetros
por sobre el nivel
del suelo
y que cuando
tocamos
a un ser querido
cuando lo besamos
del modo más profundo
también
en algún sentido
nos despedimos
sin alcanzar a decir
del todo
que nuestros actos
ya no corresponden
al presente
sino
a una huella
o a una señal
que llamamos
“la posteridad pequeña”


Carlos Battilana  (Paso de los Libres, Corrientes, 1964)
Vive en Buenos Aires
De Velocidad crucero  (libro inédito)